Santa Juana, también conocida como Santa Juana de Arco, fue una heroína y santa de Francia del siglo XV. Nació en 1412 en Domrémy, una aldea en la región de Lorena, y murió el 30 de mayo de 1431 en Ruan, Francia.
Juana afirmó haber tenido visiones y escuchar voces divinas desde temprana edad, las cuales le decían que debía conducir al ejército francés en la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. A la edad de 17 años, convenció al futuro rey de Francia, Carlos VII, de que debía ser coronado como rey legítimo en la ciudad de Reims.
Juana vistió armadura y lideró al ejército francés en varias campañas militares exitosas. Su carisma y liderazgo inspiraron a las tropas y logró importantes victorias en batallas clave, como la liberación de la ciudad de Orleans en 1429.
Sin embargo, en 1430, Juana fue capturada por tropas leales al duque de Borgoña y vendida a los ingleses. Fue sometida a un juicio eclesiástico donde fue acusada de herejía y brujería. Durante el juicio, Juana defendió con valentía sus experiencias místicas y afirmó estar siguiendo la voluntad de Dios. Fue condenada y quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431, a la edad de 19 años.
Santa Juana de Arco fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV. Es considerada una mártir y patrona de Francia debido a su coraje y devoción a su país. Su figura ha sido retratada en numerosas obras de arte, literatura, cine y teatro, y es una de las figuras más reconocidas e importantes de la historia de Francia.
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